Decir adiós a tus posesiones materias es difícil, seamos sinceros. Al menos en un principio es difícil.
Estuve rodeado de cosas que pensaba que me identificaban sin embargo casi nunca vez me daba cuenta que existían a mi alrededor: pósters, ropa, libros, adornos, cosas que simplemente no las usaba y que pensaban que eran parte de mi.
Al reflexionar si realmente son necesarios algunos objetos, me hacia las siguientes preguntas:
- ¿Hace cuanto tiempo no lo utilizo?
- ¿Qué función tiene en mi vida?
- ¿Puede servirle de mejor manera a otra persona?
- ¿Lo puedo volver a conseguir nuevamente en caso que lo necesite?
- ¿De verdad refleja quien soy?
Si al hacerme la primera pregunta no recordaba cuando lo había usado simplemente no seguía con las siguientes preguntas y tomaba la decisión de eliminarlo. Al tomar la decisión de eliminar algo analizaba el estado del objeto. Si estaba en buen estado lo donaba, si estaba en mal estado pues lo podía reciclar dandole otro uso o en el peor de los casos lo desechaba. Las cosas son útiles o no son útiles. Suena radical pero es importante no tener piedad por algo que no cumple su función en tu vida.
Al querer retener algo OLVIDA la frase:
«Lo tengo porque algún momento servirá. Cualquier rato lo usaré»