La felicidad no depende de las circunstancias externas; más bien, se la puede hallar en los placeres más simples y pequeños de la vida.
Sé feliz aferrándote a la sencillez, genuinos e imperecederos gozos del alma, que nacen de la reflexión profunda, la introspección, la inspiración espiritual y la meditación.
La vida moderna se está volviendo muy insatisfactoria; no depara felicidad. Cada día creemos que seremos más felices adquiriendo cosas. Existen demasiadas cosas, demasiados deseos. Más automóviles, vestidos y entretenimientos… ¡y más preocupaciones! Libérate de esas supuestas «necesidades» y consagra más tiempo a tu ser. Date más tiempo a ser mejor en una manera más integral. Simplifica tu vida. Sé feliz en la soledad de tu propio Ser y luego serás feliz en pareja y con los seres que te rodean.